PAÍS DE OPORTUNIDADES CON EL GOBIERNO INADECUADO
Impresiones de Angola
Niño en el barrio luandés de Zango. (Foto José Luis Barceló, copyright 2015) |
· Por José Luis Barceló (Enviado especial a Angola)
By José Luis Barceló
17/03/2015@20:49:02 GMT+1
Muchos angoleños ven en UNITA la alternativa al gobierno nepótico de José Eduardo dos Santos. En la imagen Isaías Samakuva, presidente de UNITA. (Foto José Luis Barceló, copyright 2015) |
Con
ingentes materias primas distribuidas en una extensión que casi
triplica a la de España -1,3 millones de km. cuadrados-, y una población
de la mitad de los habitantes de nuestro país -24 millones de
habitantes-, el pueblo de Angola podría estar viviendo como auténticos
suizos o noruegos, aunque, sin embargo, la realidad es muy diferente,
siendo los ingresos per cápita se encuentran entre los más bajos del
mundo. Riquezas como el petróleo contribuyen abusivamente al PIB en un
45%, sin que otros como los diamantes apenas aparezcan y se escamoteen
de las riquezas patrias y del desarrollo de la población hacia paraísos
fiscales.
La diversificación económica apenas existe, y
buena parte de la agricultura o la pesca contribuyen a la economía
patria como simples bienes
de subsistencia. Los datos socioeconómicos y de desarrollo son tozudos:
por desgracia, Angola es uno de los países del mundo con mayor tasa de
mortalidad infantil y cuenta con una de las esperanzas de vida más bajas
del mundo. Hay ciudades, como Cuango o Cafunfo, cuna de las minas
diamantíferas, donde la esperanza de vida se sitúa en un media entre los
28 y los 34 años. El pueblo chokwe reclama hoy la independencia de esta
comarca, argumentando que podrían vivir de las riquezas del subsuelo
sin tener que andar mendigando al gobierno. Las empresas que explotan
los diamantes cuentan con permisos especiales, y sorprenden las
exclusivas de pequeños establecimientos del tipo “compro oro” en la
versión “compro diamantes”, que están en manos de libaneses y árabes en
un nueva versión de los “diamantes de sangre” que antaño financiaron la
guerra civil.
La contribución excesiva del
petróleo al PIB repercute negativamente en el desarrollo real del país, y
las fluctuaciones que el oro negro ha tenido en los últimos meses no ha
venido sino a que se confirmen las sospechas de que la economía
angoleña está debilitada por esta fuerte dependencia. Sin embargo, el gobierno angoleño no impulsa planes para el desarrollo de un economía diversificada en sectores.
Llama poderosamente la atención en Angola el hecho
de que las inversiones penas existan: no se construyen carreteras, y
las que existen datan de tiempos de la colonia portuguesa, construidas
hace cuarenta años sin que hayan disfrutado de ningún tipo de
mantenimiento. Uno puede realizar un trayecto de 80 kilómetros de un
ciudad a otra, y, lo que debería tardarse menos de una hora en
realizarse, termina convirtiéndose en un periplo de riesgo máximo que
puede demorarse en tres o cuatro horas. Ni siquiera las grandes
capitales como Luanda y Huambo –segunda ciudad del país en importancia
por su población-, cuentan con buenas carreteras. El trayecto de 600 km.
que separa ambas ciudades se termina realizando en 9 o 10 horas de
manera inexorable.
Angola debería ser una nación para las oportunidades,
y el pueblo angoleño merece también una oportunidad tras casi un cuarto
de siglo de guerra civil desde la descolonización de Portugal en 1975,
hasta el final de la contienda en 2002. El Movimento Popular de
Libertçao de Angola (MPLA), de inspiración marxista, se impuso durante
la guerra civil a UNITA (Uniao Nacional para la Independencia Total de
Angola), de inspiración patriótica y nacionalista, hoy reconvertido en
partido político y único y verdadero brazo de oposición política
angoleña con implantación y estructura en todo el territorio. De hecho,
muchos angoleños contemplan a UNITA como la única alternativa posible al
MPLA en un revivir de la antigua guerra civil pero sin revancha y por
unos cauces democráticos a los que el gobierno presidido por José
Eduardo dos Santos se resiste a cambiar. De hecho, en Angola la
democracia es una farsa en la que ni siquiera se eligen los alcaldes,
que son designados por el Gobierno como "administradores", y
aproximadamente la mitad de la población apenas puede votar al no
facilitarse por el Gobierno las tarjetas de identidad necesarias para el
proceso.
Políticamente, Angola se rige por un régimen
autárquico y dictatorial que ha sido acusado internacionalmente de
constantes allanamientos de los derechos humanos y permanente fraude
electoral, mecánica de gobierno que se sustenta sobre la base de un tipo
de colonialismo que ha sustituido el imperio metropolitano de Portugal
por el colonialismo de las compañías multinacionales y un tipo de
capital que no cuenta entre sus indicadores con los del desarrollo
poblacional.
De los 24 millones de habitantes unos 7 habitan en
la conurbación capitalina de Luanda, lo que supone que el Estado es
capaz de controlar un tercio de la población de este ámbito urbano con
escaso esfuerzo. El resto de la población parece no interesar al
Gobierno. Todos los medios de comunicación están bajo el control del
gobierno pilotado por José Eduardo dos Santos, que lleva presidiendo el
país desde 1979, es decir, a lo largo de 36 ininterrumpidos años. Dos
Santos estudió petroquímica en la Unión Soviética y casó con una
azerbaijana con la que tuvo una de sus hijas, Isabel dos Santos, perfil
imprescindible hoy para acertar en cualquier negocio importante en
Angola. De hecho, la fortuna de la hija de dos Santos es incalculable y
forma parte de los consejos de administración de múltiples compañías, la
mayor parte de ellas mixtas con capitales extranjeros.
Pero
incluso la propia capital Luanda escapa a un análisis serio como
capital, pues en Luanda hay muchas “luandas”, que merecerían una gestión
de división por distritos. Luanda cuenta
incluso con su propi “seseña” en el barrio de Zango, que proyectaba
hasta 6 macro urbanizaciones para cuya construcción fueron desalojadas
hace diez años miles de personas que viven hoy en chabolas de chapa
ondulada esperando que alguna vez se terminen de construir aquellos
bloques. La edificación quedó sin finalizar –parece que adjudicada a una
oscura compañía china-, y tan solo la primera “Zango I” fue medio
terminada, viviendo allí algunas familias.
Mis
impresiones tras el viaje por Angola, reúnen serios contrastes: pueblo
envidiable por su coraje y hospitalidad, enorme país–el 23º del mundo en
extensión-, con enormes riquezas y posibilidades, pero gobernado por un
repugnante régimen corrupto y nepótico que extiende sus hilos en
contactos internacionales que permiten que se perpetúe hasta la
extenuación. Una forma de colonialismo actualizada a los mercados de
materias primas y gran capital, en el que José Eduardo dos Santos se
mueve ya, no como marxista, sino como camaleónico pez en el agua que
gusta de disfrutar de sus bienes y cuentas en el extranjero mientras la
población muere de malaria y miseria sin más atención médica que la que
proporciona la cooperación cubana o de Corea del Norte.
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Buscadores de diamantes en el río Cuango. El gobierno persigue a los furtivos de los diamantes, sobre los que puede recaer incluso la muerte de manos de soldados, policías o incluso guardias de seguridad privada de las compañías establecidas en las zonas diamantíferas. (Foto José Luis Barceló, copyright 2015) |